“No hay ningún lugar seguro. ¿A dónde debemos ir?”
A lo largo de todo el sur de Líbano, miles de familias tuvieron que juntar sus pertenencias y dirigirse al norte del país en automóviles, camiones y motocicletas, mientras Israel atacaba objetivos que, según informó, estaban vinculados al grupo armado chiita libanés Hezbolá.
Algunos residentes contaron que recibieron mensajes de texto y grabaciones de voz del ejército israelí con advertencias para que abandonaran las zonas cercanas a los lugares donde se concentra la milicia respaldada por Irán.
Zahra Sawli, una estudiante de la ciudad sureña de Nabatieh, dijo al programa Newshour de la BBC que el bombardeo de Israel en sur de Líbano fue intenso.
“Me desperté a las 6 de la mañana con el sonido de las explosiones. A mediodía se intensificó, vi muchos bombardeos en mi zona. Escuché muchos cristales rotos.” “¿A dónde se supone que debemos ir? Mucha gente sigue atrapada en las calles. Muchos de mis amigos siguen atrapados en el tráfico porque mucha gente está intentando huir”, explica.
A mediodía del lunes, las carreteras hacia el norte en dirección a Beirut estaban congestionadas, con vehículos que se dirigían hacia la capital por ambos lados de una autopista costera de seis carriles.
Otras imágenes mostraban a personas caminando por la playa en la ciudad sureña de Tiro a la vez que se veía humo elevándose al cielo por todos los ataques aéreos en el interior del país.
La BBC habló con una familia de cinco personas que llegó a Beirut en una sola motocicleta. Venían de un pueblo del sur y se dirigían al Trípoli, en el norte. Estaban exhaustos.
“¿Qué quieres que te digamos? Tuvimos que huir”, relató el padre.
Para el martes en la mañana, el Ministerio de Salud libanés informó de que 558 personas habían muerto y más de 1.800 habían resultado heridas en los bombardeos. Añadió que entre los muertos había al menos 50 niños.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron haber llevado a cabo 1.100 ataques en las últimas 24 horas.
Esto incluyó un ataque aéreo en el sur de Beirut que, según las FDI, tenía como objetivo a un alto comandante de Hezbolá.
También en Beirut reinaba la inquietud: a medida que la gente del sur llegaba a la capital en coches con maletas atadas en el techo, algunos de los habitantes de la ciudad se marchaban.
Israel ha advertido a la población que evacúe las zonas donde, según dice, Hezbolá almacena armas, pero también envió advertencias grabadas a la población de los distritos de Beirut que no se consideran bastiones de Hezbolá, incluida Hamra, una zona donde se encuentran ministerios gubernamentales, bancos y universidades.
Los padres se apresuraron a recoger a sus hijos de la escuela después de recibir más advertencias para que abandonaran el área.
“Están llamando a todo el mundo y amenazando a la gente por teléfono. Así que por eso estoy aquí, por eso vine a sacar a mi hijo del colegio. La situación no es tranquilizadora”, contó a la agencia de noticias Reuters Issa, un padre que estaba en ese momento sacando a su hijo de la escuela.
Mohammed, un hombre palestino que viajaba con su esposa, habló con la BBC al salir de Beirut.
Cuando se le preguntó si se quedaría en la capital, respondió: “En el Líbano no hay ningún lugar seguro. Israel dice que va a bombardear todo. Ahora amenazan este barrio, así que ¿a dónde debemos ir?”.
“Da miedo, no sé qué hacer: trabajar, volver a casa, no tengo idea de qué hacer”.
Mientras un equipo de la BBC se instalaba a un lado de la carretera, un taxista gritó preguntando si sabían que se estaba desatando una crisis de combustible. “Demasiada gente está viniendo a Beirut”, dijo.
Tanto en Beirut y Trípoli, como en el este del Líbano, por orden del gobierno las escuelas se han convertido en refugios para los oleadas de evacuados que llegan desde el sur.
El lunes, la BBC estuvo en un aula de una escuela pública en Bir Hasan, al oeste de Beirut, que estaba siendo preparada para recibir a gente procedente del valle de Bekaa, un bastión de Hezbolá en el noreste del Líbano que, según Israel, también era objeto de ataques.
Las aulas estaban repletas de colchones, pero se esperaba que, a final del día, estuvieran ya completamente ocupadas, relataron los trabajadores.
Mientras tanto, los hospitales del Líbano también recibieron el lunes la orden de cancelar todas las cirugías que no sean prioritarias, mientras los médicos se preparaban para una ola de víctimas.
A pesar de la atmósfera tensa e incierta que reinaba en Beirut, algunas personas se mostraron desafiantes.
“Si se produce una guerra total, el pueblo libanés debería permanecer unido, independientemente de nuestras afiliaciones políticas, porque al fin y al cabo, nuestro país está siendo bombardeado”, dijo un hombre a la BBC.
Otros simplemente se resignaron a la violencia.
“Si quieren la guerra, ¿qué podemos hacer? Nos la han impuesto. No podemos hacer nada”, dijo a Reuters Mohammed Sibai , dueño de una tienda.
Mohammed, de 57 años y residente en Dahieyh, un suburbio del sur de Beirut (la principal base de poder de Hezbolá en la capital), dijo a la BBC que había “sobrevivido a todas las guerras desde 1975”, así que “para mí es normal”.
“No me iré, estaré en mi casa”, afirmó.